DICE LA antigua estrella de la NBA Shaquille O'Neal que él también cree que la tierra es plana "porque conduzco largas distancias en coche, igual de hasta 600 u 800 kilómetros de una vez, y nunca he notado que la carretera se curve". Al instante me he acordado de los aldeanos de Lauros, que tenían respuestas igual de lógicas para explicar muchos fenómenos, y de Paul Valéry, que incidía en que la clave de Galileo y del genio científico en general es que no se conforman con ver lo que se ve, lo que parece que se ve, sino que a menudo miran contra. Así funcionan los científicos, mirando al revés o con un ojo mucho más lejano, al punto de que yo, en mis tiempos de borracha profunda, solía decir ¡pocos científicos han quemado para las burradas que dicen! ¿Qué es eso de que el espacio y el tiempo se curvan? ¿Qué es eso de que el ser humano evolucionó a partir de otras especies y que el mono es familiar nuestro? En ciencia hay que darle la vuelta a la humorada de Groucho Marx: "¿A quién está usted dispuesto a creer, a Darwin o a sus propios ojos?". A Darwin, naturalmente, hay que creer a Darwin: lo último en ciencia es creer a los propios ojos.