LA ECUACIÓN buena familia = buen patriota se plasma muy bien en las series y películas estadounidenses, donde sus héroes comienzan la ficción con un problema familiar y un problema social que se resuelven a la vez en la última escena. En USA el candidato a la presidencia tiene que posar con su cónyuge e hijos y dar apariencia de familia saludable para “demostrar” que puede dirigir el país. El genial Sófocles observa esto muy bien y hace decir al tirano Creonte:
En cambio, no existe mal mayor que la anarquía. Es ella la que destruye las ciudades, es ella la que arruina los hogares y la que hace prorrumpir en fuga a la lanza aliada. Por el contrario, la vida de los que triunfan la salva las más de las veces la disciplina.
El anárquico no sirve como hijo ni como hermano ni como amigo ni como ciudadano ni como patriota ni como feligrés. Porque el anárquico es un ser que no pierde nunca la curiosidad ni deja de hacerse preguntas, lo que le lleva a poner en solfa los modelos y los dogmas. Mientras el disciplinado acepta y acata, el anárquico duda y desobedece. El disciplinado es un ser que cree y el anárquico un ser que crea.