CADA VEZ tengo más claro que uno de los grandes pasos de la humanidad, a la altura quizá de la Revolución Francesa, es el día en que Lutero (aunque no era ningún santo) funda el Libre Examen y dice a cada cristiano que se lea por sí mismo la Biblia y llegue a sus propias conclusiones. Esto trae varias consecuencias: 1) La gente aprende a leer, porque empieza a ser importante saber leer 2) Al admitir que hay miles de lecturas diferentes de la biblia, se sobredice que hay que respetar todas y se da un avance crucial en la tolerancia 3) Se abren las puertas a la iniciativa propia y la responsabilidad personal 4) Se desacraliza el poder de la iglesia al colocar la lectura propia por encima de la lectura tutelada de los sacerdotes.

Es el verdadero nacimiento del individualismo moderno. El individualismo, que no tiene nada que ver con el capitalismo o el neoliberalismo (asociación de gánsteres que necesitan de ejército + policía + jueces + políticos + periodistas para explotar a seres humanos en estado de necesidad) y hasta es su enemigo acérrimo, como bien muestran películas de Frank Capra como Juan Nadie o Caballero sin espada. El individualismo o el déjame-moverme-en-todas-direcciones. El individualismo o si-no-puedo-valerme-solo preferiría no haber nacido.