SOBRE LAS mujeres masculinas. Es increíble el miedo que se les tiene a las mujeres masculinas (cuando son cien veces más inteligentes, cien veces más sensibles, cien veces más TODO que las mujeres femeninas, igual que los hombres femeninos tenemos cien capas más que los hombres-solo-hombres, que son de una capa y basta). Estas prevenciones que existen ante ellas, no solo por parte de la gente sino de escritores de cinco estrellas (pienso en Baroja, en Naipaul o en Nietzsche, por ejemplo, que despreciaba a George Sand y a toda mujer que escribiera, a las que atribuía un “desorden físico”, o en Houellebecq, que pide a las mujeres que finjan ser femeninas para hacer más agradable la vida) me recuerdan una anécdota que ya conté en un capítulo de El hijo de Puskas, cuando Higinio, un aldeano de Lauros, me decía:
–Pero esa Margaret Thatcher, Basterrechea…, ¿seguro que es mujer?
–Pues claro –le contestaba yo.
–No sé, no sé –replicaba él–. ¡Porque tiene unos cojones!