A EPICURO lo han engrandecido sus enemigos; si no fuera por la histeria de platónicos, estoicos y cristianos, no veríamos en el epicureísmo ningún hardcore sino una filosofía de lo más plana y sensata, con las prohibiciones de toda filosofía que se precie (aunque menos que en los tres grupos anteriores). Veamos todas las actividades que, según el Epicuro que nos ha trasladado Diógenes Laercio, NO puede practicar un sabio:
NO puede odiar
NO puede envidiar
NO se puede enamorar
NO puede charlatanear
NO puede hablar borracho
NO puede entrar ni hacer política
NO puede practicar la mendicidad
NO puede hablar a multitudes
NO puede escribir poemas
NO puede abandonarse a los sueños
Mi problema con Epicuro es que, en su obsesión por no apartarse de los términos medios y entregarse tan solo a los placeres que no entrañen riesgos, acaba pareciéndome muy poco epicureísta. ¿Cómo no se dio cuenta de que entre las manifestaciones más placenteras de la vida figuran la de enamorarse, la de escribir poemas y la de hablar-por-hablar?