EL PROBLEMA que le encuentro al pensamiento positivo es que es racional y al racionalizarse se mete en un terreno donde puede ser derrotado por goleada. Lo que nos salva a las que somos optimistas y alegres es que estos temperamentos nuestros son irracionales, nos vienen de fábrica: en el momento en que racionalizamos descubrimos que hay pocos motivos para la alegría o el optimismo. Ya me puede venir el más grande gurú a darme razones para pensar en positivo que por cada una yo le voy a dar tres razones negativas, entre ellas una que vale por todas las suyas, que es la de que envejezco y me voy a morir.
…y esa es la razón por la que los debates optimistas vs pesimistas siempre me han parecido absurdos. Yo siempre he sido una optimista irracional, de nacimiento, como somos la mayoría de las optimistas, porque el optimismo es una animalidad, pero cuando incurro en pensamiento, cuando me pongo a pensar… me vuelvo pesimista enseguida, es la realidad la que me obliga a ser negativo. De joven o adolescente era muy optimista porque pensaba muy poco; pero a medida que pasan los años y voy pensando más, mis momentos pesimistas aparecen con más frecuencia, si bien no tantas veces como para arruinarme la existencia.