QUÉ POCA paciencia tengo cada vez que escucho por millonĂ©sima vez que la belleza en una mujer o en un hombre es algo “superficial”. De superficial nada: es de lo mĂĄs humano y mĂĄs imprescindible que existe. Porque los homo sapiens tenemos mucho de homo y poco de sapiens: somos una gran animalidad que se activa, que se alegra y se llena de felicidad ante la mĂ­nima presencia de cualquier ejemplar bello. La prueba es que nunca me lo he pasado mal al lado de una mujer guapa, siquiera en una charla de un minuto; la prueba es que de mi memoria van desapareciendo los nombres de los alumnos de la EGB, jamĂĄs de las alumnas; que voy olvidando los nombres de mis profesores de Instituto, jamĂĄs de las profesoras. CuĂĄntas veces he pensado en los Ășltimos años, a cuenta de mi enfermedad egosexual, que seguramente estarĂ© masturbĂĄndome pensando en mujeres que ya estĂĄn muertas, ¡pues sigo masturbĂĄndome pensando en profesoras de la EGB o del Instituto, algunas de las cuales tenĂ­an 40 o 50 años cuando yo tenĂ­a doce o quince! De cada mujer guapa que he conocido recuerdo muy bien cĂłmo rĂ­e, cĂłmo camina, cĂłmo mueve las manos, cĂłmo mueve la cabeza; recuerdo muy bien los cinco o seis vestidos mĂĄs potentes que se pone (o hasta doscientos, si tiene doscientos vestidos potentes como Jennifer Lopez), y sigo recordĂĄndolo por mĂĄs que en algunos casos lleve 30 años sin verlas, detalle este que me ha hecho pensar muchas veces que, si mi memoria fuera en todo como la que tengo para las mujeres guapas, ¡serĂ­a capaz de aprenderme la Biblia completa, igual que el Julien Sorel de Rojo y Negro! Asunto aparte es que los cĂĄnones de belleza son distintos en cada persona y yo tengo un largo historial de mujeres tenidas por feas que a mĂ­ me parecen guapas, sobre todo considerando la cantidad de mujeres de mĂĄs de cincuenta años de las que me he enganchado. ¿QuĂ© queda de mi vida si me quitas a todas las alumnas guapas que conocĂ­, a todas las profesoras guapas, a las vecinas guapas, a todas las presentadoras de la tele, a las deportistas, a las polĂ­ticas, a las princesas, cantantes o actrices, a todas mis masturbamusas? Supongo que aĂșn quedarĂ­a mucho, pero serĂ­a una vida mĂĄs apagada, disminuida, ¡quĂ© coño va a ser la belleza fĂ­sica superficial!