Ideales por los que merece la pena fracasar


GRACIAS AL cristianismo que abracé en mi infancia y al ideal ilustrado que he abrazado de adulta soy presentable como persona, no la víbora que podría ser. Cristianismo e Ilustración de los que no se puede pedir un cumplimiento al 100%, porque son programas de máximos, utopías. Ni el propio Jesucristo pudo cumplir su programa: cuando azotó a los mercaderes en el templo, cuando maldijo y secó a la pobre higuera que no tenía higos porque no era época de frutecer, cuando arrojó a los demonios dentro de los cerdos y los ahogó en el mar (desde una mirada ecologista, Jesús cojea mucho), cuando hizo declaraciones incendiarias como “yo no he venido a traer la paz, sino la guerra”, Jesús estaba actuando contra su ideario. En cuanto a los ilustrados, los franceses confundieron el ideal francés con el universal y los estadounidenses hasta tenían esclavos: señal de hasta qué punto estaban llenos de contradicciones. Pero es normal que las personas estén por debajo de sus ideales cuando los ideales son tan altos. Lo fácil es ser facha o abertzale: lo difícil es dominar la voluntad y dirigirla contra miles de años de tradición.