LOS LLAMO poetas septiembro porque al llegar el verano cuelgan una entrada donde te dicen hasta septiembre, me tomo un descanso en el blog, y uno se queda con cara de pomelo, sin entender qué tipo insólito de terapia o curso filobudista habrán seguido para lograr esa hazaña. Creíamos, desde los tiempos en que empezamos a fumar tres o cuatro paquetes diarios de blogspot, que nuestra permanencia en la red se debía solamente a que no podemos dejarla, y esta creencia la hemos asumido de tal forma que ya ni siquiera intentamos despedidas de internet al estilo de os-juro-que-esta-vez-es-cierto, solo por evitarnos el cachondeo de la concurrencia y una nueva caída en nuestra ya cariadísima reputación. Pero de pronto llegan ellos, los blogueros septiembro, y te anuncian que se van de vacaciones. No solo lo anuncian, sino que lo cumplen y nos demuestran que la lucha contra la drogadicción es posible. Te hacen sentir como si estuvieras en un hospital de enfermos incurables y una mañana apareciera el médico para darle el alta a tu compañero de habitación. A estas horas estarán en Cancún o Benidorm, pasándoselo en grande y descojonándose de los poenautas que no podemos, los poenautas que ni lo vamos a intentar porque nos hemos resignado a que lo nuestro sea un desvivir sin septiembres hasta la muerte. Pues quizá la muerte sea sólo eso, un cerrar de una vez la pantalla, y morir nada más que dejar de escribir en el blog.